martes, 6 de abril de 2010

La casa abandonada



  "...El tío Pedrito después de nuestras múltiples travesuras  y  las de otros pequeños  exploradores  que rondaban aquellos pagos consiguió un perro guardián que lloraba desconsoladamente en su incipiente  casa solitaria. Nos produjo tanto dolor verlo allí abandonado que -era  un cachorro de piel canela, de ojos miel, de pelo suave y cortito- intentamos acercarnos todos los días para que disfrutara de compañía.  Si el  dueño supiera...

 Nos tiramos al suelo  y  él se mostraba expectante, le pusimos Rulfo porque apenas sabía ladrar y emitía un buf buf muy extraño. En nuestro primer encuentro aunque bufó exageradamente,  en realidad estaba muerto de miedo. Nuestras visitas se acompañaron de trozos de carne, parte de la merienda y  caricias. Aunque no solíamos demorarnos porque su dueño, hombre de costumbres imprevisibles, aparecía en cualquier momento.
   ¡La ultima caricia, eh! dijo Miguel, dejándose lamer la mano por aquella hermosota lengua rosada y ojos castaños.
Tiramos la bolsa del otro lado (la cantimplora de metal parecía la tierra achatada por los polos), un ruido sordo anunció su aterrizaje.
Escalamos la muralla con rapidez y del otro lado del sendero oteamos  al dueño abordando el comienzo.
De pronto me quedé sin aire, no podía bajar y el corazón latía con aplomo, las piernas no me respondían y el sudor se concentraba sobre mi frente.
 Miguel comenzó a gritar.
   -¿Pero qué haces? Baja, bajaaaaa.
Las manos se clavaron en lo alto del muro de ladrillo resitiéndose a soltarse. Mi amigo tuvo que venir a rescatar mis dedos para que pudiera saltar.
Avergonzada,  pasamos todo el camino  pedaleando con fiereza, yo delante. No me podía explicar por qué me quedé allí sujeta y no quería que pensara que era una cobarde.
 Cuando comprobamos que aquella ruta cada vez se desviaba más de la carretera y el sol ya no picó, decidimos regresar por temor a la noche. Para regar un huerto no se precisaban tantas horas.
Con el estómago engarruñado cambiamos el sentido de la marcha. Nos dolía todo, pero lo peor fue mi  orgullo. Me  lanzaron   de un mazo al pozo.

Caía el sol  dibujando fraguas de llamas rojas sobre el horizonte. Cuando alcanzamos los álamos se oía croar las ranas a lo lejos, y en el fango, al comienzo del trayecto la sombra inquieta de los árboles resultaba dantesca. La piel se ponía tensa y se erizaban los pelillos, las venas parecían grietas moradas  sobre las piernas y apretamos el paso con la respiración entrecortada.



   -¿No oyes? -.Un susurro de voz ronca me atravesó los oídos. Tan aspera me pareció que no reconocí en ella  a mi amigo. Un graznido y el batir de alas de los murciélagos en estampida lograron el resto, monté sobre la bicicleta y aunque pisaba agua salí yo también disparada, el barro se proyectó  hasta la cabeza, pero éste no era el momento de quedarme quieta. No miré atrás por si acaso alguno  de aquellos voladores  se convirtiera en vampiro, zumbaba el aire en la tibia oscuridad.

Nos presentamos  en casa en un tiempo récord bajo la luz chispeante de Venus  y la penetrante mirada marfil de la luna.

Razoné bien, se armó la marimorena, aunque en secreto  me alegré de me castigaran unos días sin salir para curarme las heridas.
Nos despedimos con un mustio y apesadumbrado adios, y sin querer mis ojos se posaron en el cuello de Miguelito para comprobar que no  lo habían mordido .
Aquella noche aseguré la ventana de mi cuarto, miré a la luna por si acaso desenmascaraba siluetas de alas negras y dormí con la cabeza bajo las sábanas.

1 comentario:

Pablo Álvarez Corredera dijo...

("esto quizás no viene a cuento pero...")
Te confesare algo; me dan envidia las personas cuando comentan sobre su infancia.
Yo, no sé porque; pero prácticamente tengo una veintena de recuerdos... desde los siete años hacia abajo. Aún intentando esforzarme no soy capaz de tener muchos recuerdos más.
Unos de ellos, son los murciélagos que convivían en los alrededores de la antigua casa de mi abuelita. Lo que escribiste me hizo recordar un poco más (quizás) jeje. Me hizo ver en mi mente, a mi hermana corriendo por el ruido de estos jaja.
Supongo, que solamente puedo decir, gracias. Por hacerme recordar. ;)
Ojalá algún día sea capaz de recordar más. . . =[

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