El  viento se había levantado ligeramente más templado de lo habitual.
Los últimos  inviernos ya no caían como antes, llegaban tarde y se iban apresurados.  
Melisa miró con preocupación la gruesa capa de nieve que se  mullía  bajo sus pies,  de día  en día  la encontraba menos densa … más  menguada. Olió el aire  para ver si llegaban sus pequeños,  apenas unas jornadas atrás  ellos no se hubieran separado de aquel reconformante iglú, anduvo  unos pasos escrutando  la inmaculada alfombra. Encontró las huellas de sus minúsculos pies almohadillados, y una gran sonrisa le surgió desde  el corazón. Los pasos se perdían al poco de salir de la guarida,  al entrar  en  campo abierto. 
Sus ojos  erraron en el  horizonte,  la  blanca inmensidad de ese su hogar le produjo un escalofrío.  
Y se confirmó su presagio, un crujido anunció el comienzo,  se escuchó  en todo el casquete como un serrucho   gigantesco rasgando con tiza el aire.  
De pronto vio a sus dos muchachos correr delante de un enemigo invisible. El corazón se le puso a mil, dudó entre  esperarles, acudir en su dirección o qué, no podía precisar qué iba a ocurrir.
 Entonces el suelo se agrietó bajo sus pies, contemplaba atónita  cómo se fracturaba en una telaraña de  islotes.  Una avalancha rápida de agua y bloques de hielo comenzaron a chocar unos contra otros.  
   ¡Sus pequeños!  Ya  queda poco, se dijo para sus adentros  y comprobó como el más regordete   de los dos,  Martín,  se lanzaba al agua para aguantar.  
   ¡¡No!! Gruñó, te  aprisionarán las placas de hielo, ¿no ves que  cambian de sitio?  
Ya era tarde.
El más largirucho, Gabriel, acercó el hocico húmedo refrotándose contra su madre.  El otro quedó colgando con  las patas sobre una de aquellas balsas níveas que se movían de manera impredecible.
   ¡Sube! ¡Súbete antes de  otra plancha choque con la tuya!   El pequeño miraba con desconcierto sin  lograr sacar el cuerpo del agua, la placa se acercaba rápida hacia ellos.  
Ocurrió en un segundo, mamá oso agarró  con las  fauces a su pequeño  del pellejo, lo elevó mientras sus  cuartos traseros chorreaban y lo depositó  con sumo cuidado  a sus  pies. La pieza en la que se apoyara quedó deshecha unos segundos más  tarde.
 Ahora los tres navegaban a la deriva en la incógnita de  un mundo que se desvanecía por el calor, ajenos al significado de la palabra Contaminación.

 
 
 
1 comentario:
Más allá de lo que expresa o quieres expresar con el texto en si. Que esta very good. =)
Me gusta.. todo el ambiente a "adivinanza" que se genera ocultándome realmente de lo que me hablas hasta más entrado en el relato en si.
Más que nada.. porque aparte de generar una determinada curiosidad en el lector por seguir leyendo.
Además... porque a mi parecer, también le da una idea aún más "global" a la idea que deseabas expresar; pues yo he pensado en esquimales, pingüinos... antes de que en unos lindos ositos. :P
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