Hace rato que cayó la noche pero no puedo dormir. Aún llevo puesta mi combinación roja, la que Peter me regaló en vísperas del viaje a Japón. No sé por qué aún de vez en cuando me la vuelvo a colocar bajo algún vestido corto. Supongo que me engaño a mi misma sin saberlo... Siempre me digo: es la única que le cae bien a este escote. Entonces entro en una espiral, y de nuevo ocurre lo mismo: Sebastian y yo salimos de casa, vamos al mismo lugar de siempre desde hace diez años, todos los fines de semana -ya no se llama Acuario, ahora es Star's pero por lo demás es idéntico-. Pedimos, él un beffeater y yo una Fanta de naranja, a veces con licor 43. Como siempre aparecen Marga y Pascual, y el camarero trae una bandeja de croquetas. Ahora que lo pienso ... Es todo un ceremonial.
Sin embargo hoy no ha sucedido así; nunca sucede cuando me pongo esta combinación ¿Por qué no me había dado cuenta? Sebastian y yo hemos llegado más apagados de lo habitual, èl aún enfadado por no se qué de la subida de la luz. Hemos pedido pero, en lugar de Marga y Pascual, se ha presentado Peter con una tal Tina -me recordaba a una tinaja redonda y ancha de caderas , cabeza y pies minúsculos-. El camarero ha entrado con una bandeja enorme, redonda. Algo curioso: solo había una croqueta. Sì, mas grande de lo habitual, Peter ha querido cogerla y yo le he clavado el tenedor, ni sé por qué, !Si ni siquiera nos hemos saludado! El tenedor se ha incrustado entre las falanges y yo ni he amagado soltarlo. Sebastian observaba incrédulo y ellas gritaban ¡Locas!. De pronto he subido el tenedor y he chupado la sangre, Peter abría la boca como un poseso !Hombres, qué lloricas! Ni siquiera sé por qué cuento esto. Al llegar a casa me he quedado dormida y, me he percatado de que Peter y yo aún seguimos casados, y Sebastian , pobre mío, murió el año pasado.
Ana Ruibarbo
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