Algunos dicen que el final es predecible, yo creo que no, aunque si sucede de una forma muy abrupta y me temo que puede ser un lapso de montaje por tiempo y presupuesto más que por guión, pero habría que leerlo para valorarlo. A pesar de ser una historia minimalista los puntos de giro irrumpen siempre abruptamente en la vida de Marion. Vive en el campo, en el pueblo de al lado suyo con los padres de su novio. Ambos acaban ese año el instituto pero a ella le apasiona leer, sólo que no siente pasión por las obligaciones académicas. Y un día su estabilidad se rompe cuando descubre en las manos del vecino la tormenta del deseo de lo prohibido., él es 20 años mayor...
Destacaría la creación del personaje protagonista masculino por su veracidad, el campo nos vuelve rudos, la soledad nos esculpe a hachazos, y las tragedias de la infancia son parte del bagaje, del lastre para la construcción del futuro. He degustado esos planos medios de casas solariegas con el sabor a antaño, el revolotear de las cebadas maduras al paso de Marion, las maderas agrietadas por el tiempo que se impregnan de poemas como " Somos los caminantes del destino " o " La noche me borró silenciosa".
Ahora, después de reflexionar sobre todo esto y darme cuenta de que la guionista, quizá también impregnada por el embrutecimiento del campo decidiera darle un hachazo contundente a la resolución del filme. Poemas Rotos
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