viernes, 18 de agosto de 2023

Algun día nos lo contaremos todo. Película

Cada vez me interesa más el cine alemán en cuanto a sus directoras y guionistas toca. 

 Con " Algun día nos lo contaremos todo" nos adentramos en el mundo rural de 1990, visperas de la reunificacion alemana. Esa fusión de conceptos ya de por sí me parece muy interesante. La autovisión de Alemania sobre su preponderancia ha impedido, desde la época nazi que nos muestren con una mirada de amor la vida en el campo. Esta es la primera vez que podemos atisbar un mínimo de encanto en la vida rural que, sin embargo, no está exenta de critica de forma subliminal. Si esta fuera la mesa familiar de un francés la comida tomaría un primer plano, y el queso acabaría seduciendonos per se., pero aquí una comida familiar solo es un pretexto para otras cosas y pesan más las nubes preñadas de vida que acompañan la existencia de la joven Marion, que las grosellas que calientan su garganta.  

Algunos dicen que el final es predecible, yo creo que no, aunque si sucede de una forma muy abrupta y me temo que puede ser un lapso de montaje por tiempo y presupuesto más que por guión, pero habría que leerlo para valorarlo. A pesar de ser una historia minimalista los puntos de giro irrumpen siempre abruptamente en la vida de Marion. Vive en el campo, en el pueblo de al lado suyo con los padres de su novio. Ambos acaban ese año el instituto pero a ella le apasiona leer, sólo que no siente pasión por las obligaciones académicas. Y un día su estabilidad se rompe cuando descubre en las manos del vecino la tormenta del deseo de lo prohibido., él es 20 años mayor...


 Me interesa la construcción de la realidad que, en su mayor parte, solo ocupa 3 espacios y nunca decae el interés que genera. La prospección sobre unos sentimientos que percibimos nítidamente sin recibir ninguna confirmación hasta el desenlace. Su historia convierte al espectador en cómplice de los truenos y relámpagos que se ocultan bajo la placidez de un sol diáfano y la rutina de la vida familiar. 

 Destacaría la creación del personaje protagonista masculino por su veracidad, el campo nos vuelve rudos, la soledad nos esculpe a hachazos, y las tragedias de la infancia son parte del bagaje, del lastre para la construcción del futuro. He degustado esos planos medios de casas solariegas con el sabor a antaño, el revolotear de las cebadas maduras al paso de Marion, las maderas agrietadas por el tiempo que se impregnan de poemas como " Somos los caminantes del destino " o " La noche me borró silenciosa".

 Ahora, después de reflexionar sobre todo esto y darme cuenta de que la guionista, quizá también impregnada por el embrutecimiento del campo decidiera darle un hachazo contundente a la resolución del filme. Poemas Rotos



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