miércoles, 31 de julio de 2024

Verano Vacaciones y Camino

Es extraño retomar la actividad en estos pagos, un 31 de julio, un caluroso 31 a la luz de las farolas, mientras los chavales parlotean animados de regreso a casa, la familia pasea al perro emocionado y la pequeña le increpa para que salga ya del parque, de jugar con sus congéneres y regrese junto a ella. No es tarde, tampoco pronto. Los horarios de verano son mutantes, y están condicionados por el bienvenido anochecer que, promete -quizá-, algo de brisa y un paulatino descenso de la temperatura. Regresan en bandada y con mochila los que, después de la piscina, se toman unas tapas entre zumos y mostos, aún quedan los amantes de las jarras de kalimocho, los ochenteros o vintageros. La época estival es un promontorio al que corremos desde finales de septiembre, descontando los días, tachando la maleza en el calendario,reservando alojamientos, arañando los ahorros de la inflación en cuesta desde el 2023, el 2024. Corremos deseando salir de entre las 4 paredes del trabajo, de respirar aire puro, de enamorarmos de un paisaje virgen, de los árboles y la carretera que nos traslade de región, de tiempo, de gente distinta, de pieles diversas, de lenguas extrañas. El verano no es sino un sueño, la emulsión de un caleidoscopio de colores e instantes entre el pasado y el porvenir. Una riada de peregrinos en busca de su compostelana que, circunnavegan en el interior de sus océanos, buscando el sentido entre la bravura del oleaje de sus emociones, en el arte, en el cansancio y el hallazgo de su propia talla humana.

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