Solo contaba con unos minutos para esbozar un retrato. Los ojos se le estaban
cayendo como cucharones de sopa desbordados. A los costados de su boca dos
líneas marginales se deprimian, en la nariz no quiso ni pensar, la eludió por no
oler los últimos instantes de un rostro que le sonaba. ¡Era ella! ¿Era ella?
¿Ella era esa?
-Rinnnnnnnnnn
- Bien, ahora nos contarán a quién han retratado.
Cuando llegó su turno se tocó la cara como si quisiera reconocerse, luego pasó
la mano sobre la silueta del lienzo maquinalmente...
Silencio.
La pintura estaba
húmeda y su piel contenía ya los mismos colores que el cuadro.
-Adela ¿A quien
has retratado?
La anciana hizo un mohín como en su niñez y respondió:
- No sé,
no sé está señora quién es.